Comunicado publicado el 8 de marzo del 2024, en el marco del Paro Internacional Feminista.
La Red RUGE se ha consolidado a lo largo de estos años en la defensa de los derechos y libertades fundamentales, impulsando desde el sistema universitario acciones en busca de una sociedad sin discriminación, desigualdad y violencia basada en el género. Entre ellas se ha avanzado en gran parte de las instituciones de educación superior de nuestro país en aprobar normativas que reconozcan el uso del lenguaje inclusivo y no sexista, en cualquiera de sus formas, cómo recurso válido para la expresión, tanto oral como escrita y promoviéndolo.
Gracias al principio de autonomía universitaria, nuestras instituciones no se encuentran afectadas por la reciente medida de prohibición de la perspectiva de género y lenguaje inclusivo en la Administración Pública Nacional, sin embargo nos parece oportuno, en el marco de un nuevo paro internacional feminista, realizar algunos aportes a la reflexión acerca de su implementación. Podemos analizar el uso del lenguaje inclusivo al menos en tres dimensiones. Por un lado su carácter político, aquel que pone en evidencia la desigualdad estructural que existe entre los géneros; por otro lado, el carácter performativo de dar entidad a aquellas identidades históricamente invisibilizadas; y en tercer lugar, un carácter cultural, en la medida en que busca la transformación de la sociedad en clave de igualdad.
El lenguaje inclusivo implica un uso no excluyente del lenguaje que busca fomentar una imagen y trato equitativo y no estereotipado de las personas, especialmente hacia mujeres cis y el colectivo LGBTI+. Históricamente, nuestra lengua castellana ha sido androcéntrica: el pronombre masculino en las palabras, se ha considerado representativo de la totalidad de nuestra sociedad (“nosotros”, “los hombres del territorio nacional”, “los seres humanos”). Este uso del masculino como genérico tiene un correlato directo con la preponderancia y el lugar de privilegio que ocupa la figura del varón cis-heterosexual en las distintas esferas de la vida. La pretensión de neutralidad y universalidad de dicha forma de enunciación esconde la negación e infravaloración de otras voces y otras formas de existencia.
Existen instituciones (tales como la Real Academia Española), así como también organizaciones políticas de tintes conservadores, que suelen visibilizar posicionamientos fervorosamente negativos hacia la modificación de las costumbres en el habla, argumentando que no resultaría “natural” transformarlas.
Santiago Kalinowski (*1), realiza una comparación entre el lenguaje inclusivo y el lunfardo, en relación a las reacciones, las descalificaciones y la retórica adversa que han recibido por igual ante su emergencia, y concluye que “el lenguaje inclusivo es lo que identifica la voz de un actor político que amenaza un orden social constituido, patriarcal en este caso, en pleno ejercicio de su poder. El nivel de condena, agresión y violencia que deben soportar quienes lo usan, parece dar cuenta de que los beneficiarios de ese orden social han identificado su gran potencial disruptivo y están actuando en consecuencia.”
No obstante, la lengua es patrimonio de sus hablantes, y como tal puede ser modificada en el tiempo, siendo un campo abierto de tensiones, negociaciones y disputas a nivel cultural. Por momentos esos cambios surgen inicialmente desde las instituciones, mientras que en otros casos se acrecientan desde abajo, por demanda de las propias comunidades. Tal como explica un documento firmado por diversxs lingüistas de nuestro país (*2): todo fenómeno lingüístico tiene una dimensión política, y todo fenómeno político tiene un correlato en el uso de la lengua.
Podemos encontrar un amplio repertorio de legislaciones internacionales y regionales en materia de derechos humanos que respaldan una vida libre de violencias y discriminación para la comunidad LGBTI+: los Principios de Yogyakarta, la Resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) “Derechos Humanos, Orientación Sexual e Identidad de Género”, entre otros.
A su vez, nuestra normativa nacional, Ley de Identidad de Género, N° 26.743, es la primera en el mundo que no patologiza las identidades trans y permite acceder al cambio registral a través de un simple trámite administrativo, sin necesidad de acreditar pericias médicas, intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales, reconociendo el derecho a la salud integral. Gracias a la Ley, en los últimos diez años 12.655 personas modificaron su DNI (*3).
La “batalla cultural” que se enuncia desde sectores conservadores, contra la llamada “ideología de género”, no implica meramente una disputa de sentidos, sino que pretende tener injerencia directa en la esfera pública y retrotraer los derechos conquistados, reducirlos o eliminarlos; perpetúa con sus discursos y acciones estructuras socio culturales que siguen arraigadas en la idea de la educación hetero-normativa. Desde el inicio de la trayectoria educativa se van disciplinando los cuerpos y las subjetividades para responder al binomio masculino/femenino, desconociendo al mismo tiempo que se desalienta el uso del lenguaje no sexista o el cumplimiento de la Ley Micaela, así como también la Ley de Identidad de Género. Esto afecta la construcción de una sociedad inclusiva e igualitaria. En el mismo horizonte de la amenaza, aparecen los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y las políticas que apuntan a la autonomía de los cuerpos.
Lo expuesto nos permite afirmar que el uso de lenguaje inclusivo constituye una reparación tanto individual como colectiva.
Incorporar el lenguaje inclusivo en nuestras universidades representa una tarea fundamental en el fortalecimiento de las luchas de los movimientos feministas y de las diversidades sexuales, con el fin de transformar aquellas barreras de acceso a derechos adquiridos que aún continúan persistiendo al interior de las instituciones educativas.
Fuentes:
(*1) Santiago Kalinowski, (2020). Lenguaje inclusivo: configuración discursiva de varias luchas, en “Apuntes sobre lenguaje no sexista e inclusivo”. Rosario: UNR Editora.
(*2) Bonnin, J.; Dvoskin, G.; Lauria, D.; López García, M.; Salerno, P.; Tosi, C.; Zunino, G. (2022). ¿Qué dice la lingüística sobre el lenguaje inclusivo?. Facultad de Filosofía y Letras UBA. Link: http://novedades.filo.uba.ar/novedades/%C2%BFqu%C3%A9-dice-la-ling%C3%BC%C3%ADstica-sobre-el-lenguaje-inclusivo
(*3) Ley de Identidad de Género: 10 años. Argentina.com.ar. Link: https://www.argentina.gob.ar/noticias/ley-de-identidad-de-genero-10-anos#:~:text=Un%20reciente%20informe%20del%20Registro,que%20gestionaron%20un%20nuevo%20documento.
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