Mantenerse sano en tiempos del COVID-19

Por el Dr. Sergio Lüscher –  Docente de la Diplomatura Universitaria en Actividad Física y Calidad de Vida

La calma y la búsqueda de evidencias

La humanidad asiste a uno de los desafíos más severos de los últimos siglos, otra pandemia, un organismo tan pequeño como dinámico y por ahora impredecible, que apareció probablemente modificado y por lo que hoy sabemos, aparentemente, no dejará a ningún ser humano sin contagiarse, es probable que toda la humanidad mas tarde o más temprano adquiera el virus y aquellos que se encuentren en mejores condiciones de salud  van a superar la enfermedad, o sea, se infectaran, crearan anticuerpos, y a partir de allí  probablemente, serán inmunes a Corona virus.-

La única enfermedad infecciosa que se considera “casi” erradicada es la viruela (alguna vez mató a 35% de sus víctimas, y dejó a otras personas ciegas o con cicatrices.) el último caso se registro en Somalia en 1977; a pesar de ello, la vacuna se sigue aplicando, y con el resto de las enfermedades (que son muchas) seguimos conviviendo en el planeta.

El impacto de este nuevo coronavirus continúa creciendo, y el estrés en todos nosotros puede ser abrumador. Una forma de ayudar es usar y promover la medicina basada en evidencia.

Hay personas que están aterradas con la posibilidad de la muerte, pero ¿qué circunstancias determinan que un ser humano puede morir? La respuesta es muy compleja y se conocen, al menos, dos condiciones:

1) los que tengan factores de riesgo estarán más comprometidos, su sistema inmune no está en las mejores condiciones para ganar la batalla, deben extremar sus cuidados (20%).

2) la “carga viral” o cantidad de virus que recibimos en la ocasión de contagio que también puede superar a nuestro “ejército inmunológico” y ser letal.

En definitiva ¿podemos controlar estos dos factores?, la respuesta es SI: con higiene, ejercicio, máscaras, información veraz y actualizada, fármacos, vacunas, entre otras medidas, o sea que la “complejidad” de la comprensión de la situación previene.

Sabemos que el cambio de hábitos alimentarios, el aislamiento (o, por el contrario, la convivencia intensiva con la pareja o con los hijos), el estrés ante la incertidumbre o la búsqueda de consuelo en la comida insana son algunos de los factores que amenazan nuestro bienestar y son factores de riesgo para desarrollar consecuencias de las “enfermedades por inactividad física”, (enfermedades cardiovasculares, diabetes, EPOC, hipertensión, sobrepeso y obesidad, etc.)

Bien está demostrado que la letalidad del COVID-19, como de cualquier enfermedad, aumenta exponencialmente en personas que tienen algunos de los riesgos mencionados. Por ejemplo, en mayores de 40 años, más de 100.000 muertes al año son por enfermedades cardiovasculares prevenibles, y la principal conducta preventiva es el ejercicio óptimo.

 

Ya lo decía Pasteur “El agente no es el problema, el huésped lo es todo”, o sea, disminuir la morbilidad y la mortalidad depende de nuestro estado de salud, del control de los factores de riesgo, de las enfermedades preexistentes y para esto tenemos una herramienta formidable, el ejercicio, que simultáneamente impacta en todo nuestro organismo, no hay método ni medicamento que pueda reemplazarlo.

Hemos comenzado a comprender el mundo en términos de sistemas dinámicos, donde las interacciones entre los constituyentes de los sistemas y su entorno resultan tan importantes como el análisis de los componentes mismos. El mundo ha comenzado a dejar de ser un conjunto de objetos para presentarse a la mente y al conocimiento como realidad de interacciones de redes complejas, emergencia y devenir.

En los seres humanos, además de sensores biológicos, actúan sensores de otra naturaleza, como pueden ser los de tipo cognitivo, psicológico y/o de percepción por ejemplo, los asociados al miedo, al exceso de celo, a la conservación, a la repetición de patrones conocidos, a la prudencia, etcétera. Todos ellos generan actitudes defensivas o conservadoras y suelen desencadenar la enfermedad.

La química que provoca la alegría y el amor hace que nuestras células crezcan, y la química que provoca el miedo hace que las células mueran. Los pensamientos positivos son un imperativo biológico para una vida feliz y saludable. Existen dos mecanismos de supervivencia: el crecimiento y la protección, y ambos no pueden operar al mismo tiempo. Si te encuentras en ambiente hostil que requiere alerta y protección dejas de crecer para simplemente sobrevivir (Lypton B; “La biología de las creencias”).

Este nuevo paradigma sistémico de la complejidad tiene su explicación en el modelo biopsicosocial integrador de todas las dimensiones del hombre, y nos lleva a reflexionar y plantearnos, con seriedad, la necesidad de abrir nuestra mente a nuevas formas de abordar el razonamiento. Mientras tanto, todos estamos de acuerdo en que la prevención siempre es superior al tratamiento.

¿Qué podemos hacer ante esta situación? Las autoridades deben tomar medidas anticipadamente para que la diseminación y el contagio no sea descontrolado, acelerado, sature y haga fracasar los sistemas de salud, o sea que el avance de la contaminación sea muy gradual. Esto dará tiempo a entender la enfermedad en todas sus dimensiones y otras complementarias e importantes: el desarrollo de medicamentos y la elaboración de vacuna; dicho de otra manera, el virus seguirá contagiando en su historia natural, pero nosotros estaremos preparados y equipados para sobrevivir a otra guerra.

#quedateencasa

 

Referencias

 

  • Higgs Joy, Jones Mark. Clinical reasoning in the health professions. In: Higgs J, Jones, M (Ends). “Clinical Reasoning in the Health Professions”. 2nd ed. Oxford: Butterworth-Heineman Ltd;2000:3-14.
  • Weaver, Warren. “Science and Complexity. American Scientist 1948;36:536
  • Lypton Bruce: “La biología de las creencias”
  • Bunge, Mario: “Epistemología”.
  • Francisco Parenti: Curso de Epistemologia Doctorado en Medicina 2018.

El Dr Sergio Lüscher es docente de la Diplomatura Universitaria en Actividad Física y Calidad de Vida de la Universidad Nacional de los Comechingones.
Es Profesor Nacional de Educación Física, Médico recibido en la Universidad Nacional de Rosario, Especialista en ortopedia y traumatología, especialista en medicina del deporte y tiene un posgrado en Obesidad y Nutrición de la Universidad Favaloro, Docente del posgrado de Gerontologia y geriatria y actualmente Doctorando de la Universidad Nacional de Rosario.

Dr. Sergio H. Lüscher
Esp. Traumatologia y Ortopedia
Esp. Medicina del deporte
sergioluscher@gmail.com

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